Wednesday, January 7, 2009

ESCRIBIENDO...

CÓMO ESCRIBIR UN BUEN TRABAJO FINAL

Silvia Arroyo

No hay recetas milagrosas para conseguir una A y, en todo caso, sólo puedo hablar de lo que yo he hecho durante todos estos años y que me funciona a la hora de escribir un trabajo de clase. En primer lugar, en cuanto a la elección del tema, me doy cuenta ahora de que todos mis trabajos elaboran lo que intuyo como una contradicción en el texto primario. Mi estrategia es identificar elementos del texto que parecen no encajar, y reflexionar sobre su función en el texto.

El segundo paso es recopilar la bibliografía disponible sobre la obra primaria: por supuesto, la primera búsqueda es de libros/artículos en la MLA International Bibliography, pero después repaso las listas bibliográficas de los artículos que encuentro más útiles y busco/pido otros artículos que son citados pero que no aparecieron en mi primera búsqueda. Una vez que tengo todo el material, marco tesis de los críticos que pueden ayudarme.

El tercer paso es anotar una serie de ideas de forma muy esquemática que serán las diferentes partes del trabajo, y comenzar a desarrollar mis propios argumentos. En principio, prefiero no revisar en este momento las obras secundarias, sino más tarde, cuando tengo el trabajo más avanzado y ya tengo una idea más clara de mi tesis. He comprobado que si incluyo las ideas de los críticos al principio me frustro, pensando que no tengo nada que añadir y me resulta difícil mantener mi voz y mi autoridad a lo largo del trabajo.

En cuanto a la retórica, medito muy bien cada una de las oraciones y me aseguro de que tengan sentido. Muchas veces ocurre que incluimos muchos modificadores y muchas cláusulas subordinadas y perdemos la perspectiva gramatical, lo que da lugar a errores “de SPAN 1010” (¡increíble pero cierto!). Una estrategia para asegurar la coherencia de las frases es leerlas eliminando toda esta información prescindible de los modificadores y de las subordinadas y revisar que el conjunto básico Sujeto + Verbo + Od tenga sentido. Esta recomendación puede parecer ingenua, pero les aseguro, compañeros, que es bastante común escribir una frase que suena fantásticamente sofisticada en nuestras cabezas pero que no tiene el menor sentido cuando se piensa en términos minimalistas. Otra recomendación útil es tener siempre presente al lector: ser generoso, estar dispuesto a negociar. No asumir que tu lector implícito es un profesor con más experiencia y más lecturas que tú, sino pensar en un lector implícito simétrico a ti. A menudo infra-explicamos nuestros argumentos porque asumimos que “el profesor va a entenderlo” o sobre-explicamos porque construimos un lector implícito muy por debajo de nosotros. En lugar de dirigirte al profesor del seminario, crea la ficción de que te va a leer otro de tus compañeros de clase y esto hará encontrar un equilibrio cómodo y elegante entre la sofisticación y la sencillez.

Finalmente y con respecto a la teoría, creo que lo más sensato es despreocuparse de ella los primeros semestres y no sentirse presionado a citar indiscriminadamente a los grandes cuando aún no se ha llegado a comprenderlos. Se invita a tomar té a Derridá, Foucault y Barthes (entre otros) cuando se les conoce y no es necesario incluirlos para escribir un buen trabajo. A medida que van creciendo nuestras lecturas y nuestra madurez nos sentiremos naturalmente impelidos a apoyarnos en una teoría cada vez más compleja, así que no se asusten si el Anti Oedipus les suena a chino ahora. Para ser honesta diré que a mí también me ocurría y que llegué a preocuparme por la salud de mis neuronas, pero con el tiempo aprendí a incorporar estas obras en mis trabajos, así que... paciencia.

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